UN PASEO BAJO LAS NUBES


Hoy, después de comer, estábamos mi mujer y yo en la terraza mirando para los celajes y, por fin, encontramos tema de conversación. Coincidimos en que no nos gusta el cielo encapotado, pero tampoco completamente despejado. Estamos a mediados de agosto y los días que el sol se planta en pleno cielo, sin nubes que lo crucen, llega a ser desagradable. Menos mal que, en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria en Julio nos suele visitar, cual turista, una nube inmensa que ocupa todo el cielo y se suele quedar hasta principios de septiembre. Le llaman "la panza de burro" y, aunque siempre he oído a los grancanarios quejarse de ella, ahora resulta que es una bendición. Y es que, si no fuera por ella, la ciudad en verano no sería tan disfrutable. Quizás esté un poco más fea, con esas tonalidades grisáceas que quitan brillo a los edificios y a la playa pero, a cambio, puedes pasear sin achicharrarte, nadar sin quemarte y trabajar, sin excesiva sudoración. 

Sin embargo hoy, excepcionalmente, tenemos un cielo despejado con algunas nubes que lo atraviesan lenta y anárquicamente. El sol, aparentemente inmóvil, se esconde y se asoma tras ellas, no sé si sonriendo o poniendo caras raras, como los padres cuando juegan con sus bebés. Y no lo sé decir, porque todos hemos oído o repetido alguna vez esta máxima: "Nunca se debe mirar directamente al sol". Entre los chavales de mi barrio se corrió el rumor de que alguien lo había intentado y se quedó ciego de por vida. Así que no es algo que los padres tengan que enseñar a los hijos. Menos mal. Por instinto, supongo, todos hemos evitado hacerlo desde pequeños. 

Es curioso lo que nos pasa con las cosas de la Naturaleza. A veces no actúa según nuestra conveniencia y nos cuesta señalar al culpable, ya sea Dios o el Sr. Murphy. Por ejemplo, llegas en la playa después de un viaje de una hora en coche, con un sol que raja las piedras, te quitas la ropa, despliegas la silla de plástico... y se va el sol. Que es mentira, porque el sol no se va a ningún sitio. Es Murphy, el duende juguetón, que te vio llegar sudoroso y dijo: "Esta es la mía". Y ¡con las ganas que tenías de meterte en el agua!... pues ya se te han quitado. Por fin, después de un buen rato de espera impaciente, tapado con la toalla, sale el sol detrás de la nube (aunque es al revés, lo percibimos así) y te metes en el agua. Pues no te preocupes que, cuando salgas, volverá otra nube acompañada de una ligera brisa y te dejará tiritando durante un buen rato; que, como dure mucho, hasta te vestirás y te irás cabreado a tomarte un chocolate con churros. 

Por eso hoy le comenté a mi compañera que una buena idea sería que cada nube tuviera un mango parecido a los paraguas o a las sombrillas, pero más largo. Sería una "paranube" portátil que cada uno llevaríamos de paseo y cuando nos apeteciera un rato de sol, la cerraríamos y ya está; en vez de estar siempre a merced de los caprichos del tiempo que, como siempre se ha dicho en Vascolandia, es muy variable y suele jugar en nuestra contra. 

Mi padre (que en paz descanse) era un firme opositor a esta nefasta gestión del tiempo. Él, como mi abuelo, eran agnósticos. Mi abuelo, declarado; mi padre, por defecto. Si no practicas ninguna religión ni te declaras ateo... ¿qué eres?... pues, agnóstico. Ninguno de los dos me habló nunca de Dios. Ni siquiera se cagaban en él, cosa bastante sospechosa en un vasco que se precie. Algún "mecagüenlaostia" ya se le escapó a mi padre pero solo en Semana Santa o en Navidad... y con dos copas encima. Bueno... pues mi padre sólo me hablaba de Dios para decirme lo equivocado que estaba en la gestión del tiempo. Si, ya sé que ahora hay cursillos dónde te enseñan a gestionar el tiempo pero mi padre no se refería al del reloj sino al climático. Sostenía que si Dios fuera tan sabio y bueno como lo pintan, controlaría la climatología más a conveniencia de sus hijos bien amados, las coronas de su creación: los seres humanos y, más concretamente, los vascos. Esos vascos que, al menos los 26 años que yo viví en Donosti, salían cada domingo al monte "de mañanera" y como ya conocían el percal se llevaban el paraguas en "el colco" o sea colgando en la parte trasera del cuello de la camisa, del jersey o de lo que llevaran puesto. Porque si había algo seguro en la excursión es que iba a llover. Y si ibas de paseo por la ciudad, idem de lienzo. Así que mi padre desarrolló un truco que no le solía fallar. Aunque luciera un sol de justicia, él salía con paraguas. Porque, como lo dejara en casa... aunque solo fuera un chaparrón de 5 minutos, le caía a él, seguro. Así que su conclusión respecto a la gestión no tan divina del tiempo la expresó un día al más puro estilo de la tierra: "Si yo sería Dios... dejaría el tiempo soleado durante el día y haría llover por la noche, más que nada, para regar las plantas, las huertas, los árboles y los campos pero ya sin incordiar a nadie". Y yo, con mi habitual lógica aplastante, nunca puede discutir semejante planteamiento. Sobre el papel parece un plan perfecto, ¿no?.  Pero, seguro que no sería tan divertido. 

Aún recuerdo esos agostos en la playa de la Concha, tan abarrotada de gente que podías llegar a la orilla sin pisar la arena, saltando de toalla en toalla. Y claro, con ese panorama, Mr. Murphy no podría hacer nada más divertido que soltar uno de sus mejores nubarrones de esos gordos y negros y hacerlo volar sigiloso como un zepelín hasta tapar al mismo sol, que es cuando todo el mundo se daba cuenta de la que iba a caer. Antes de eso, los donostiarras, que ya se conocían la jugada, recogían sus cosas sin aspavientos, casi silbando, mientras los foráneos les miraban extrañados. Y, para cuando se querían dar cuenta se abrían las compuertas del cielo y, como si alguien volcara una catarata de agua sobre la playa, así pillaba a los desprevenidos turistas. Desde los soportales que rodeaban la playa, las familias donostiarras, con sus bocadillos de tortilla y sus filetes empanados reían las carreras y los tropiezos de los empapados bañistas. Todos sabíamos que esto pasaría enseguida y podríamos volver a recuperar nuestro sitio en la arena mojada. Chaparrón de verano, le llamábamos. Corto, pero explosivo. Todo lo contrario del "txirimiri", el famoso "calabobos", que no moja pero empapa, con poca intensidad, pero repartido durante mucho tiempo. Y es que, en el San Sebastián de mi juventud, todos creíamos entender del tiempo y del clima. Era nuestro tema favorito y, quien más quien menos, se jactaba de pronosticar lo que venía con mucha más precisión que esos ignorantes señoritos del Telediario. 

Pero en la isla de Gran Canaria donde resido desde hace 38 años, es muy fácil predecir el tiempo. Aquí no llueve casi nunca y si hay panza de burro en la ciudad, ya sabes que, a partir del aeropuerto, el cielo estará despejado. Y si encima echas mano de las aplicaciones del móvil que hay ahora, tienes que ser tan burro como el de la panza para que Murphy te chafe el día. 

Así que, si un domingo cargas tu coche con las sillas, la sombrilla, la bolsa de los bocadillos y las cervezas , y lo enfilas rumbo a la playa de San Agustín, por ejemplo... y al llegar descubres que la marea está tan alta que no cabe un alfiler y que además no puedes clavar la sombrilla porque hace un viento del carajo de la vela... Ya no puedes echar la culpa a nadie, ni a Dios, ni a Murphy, ni al Hombre del Tiempo. La próxima vez te lo curras un poco más y te lees bien toda la información, ¡dominguero!, que eres un dominguero!.  

Comentarios

  1. Aquí en CIUDAD DE MÉXICO, el tiempo es impredecible, los meteorológicos nos dicen lloverá y no llueve jejejhe, pero disfrutamos de las playas la más cerca ACAPULCO, donde el bendito RAPHAEL, FILMO una película: EL GOLFO. Y las mujeres admiramos los cuerpos espectaculares de algunos hombres y dejamos de ver a otros que lucen su estomago abultado jejeje, y muchas mujeres de cuerpos que se les cae los ojos a muchos,,, bonita playas, y lo que cuentas de todas maneras es diversión y a divertirnos.

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  2. Buena reflexión sobre la climatología. Muy personal, con paraguas de nube y todo.
    Bonita comparativa del clima norte/sur... Desde la "panza de burro" (menuda barriguita gorda) hasta el inocente txirimiri (que parece que no, pero es que sí).
    Nada es lo que parece y, desde luego, "nunca llueve a gusto de todos".
    Tu padre (y el mío) tenía mucha razón. ¿O no? 🤔

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  4. Que bonito Txus! Arrancas sonrisas
    en cada línea. Tienes un estilo muy tierno y nostálgico. Yo, para empezar me apunto a lo del "paranube". Me parece una idea genial.🙂

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  5. Buen relato del clima y sensaciones en Las Palmas. Yo como canario o canarii (para nuestros vecinos isleños canarión, por capricho de un periodista), estoy identificado con el relato por sentirlo todos los años y como canario siembre me alegro cuando llueve.

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