ME LLAMO LAIKA Y SOY ASTRONAUTA
La verdad es que nunca soñé con ser astronauta. Los perros no pensamos en esas cosas. De noche solía vagar con mis colegas por las calles de Moscú y cuando llegábamos al descampado le aullábamos a la luna; pero jamás pensé en despegar mis patas del suelo. Tengo 3 años y, a pesar de ser callejera, siempre me he sentido una perrita especial. Todo empezó aquel día, a finales de octubre de 1957, a punto de comenzar el invierno ruso, tan frío como su guerra con los EEUU. Mis amigos y yo nos apretujábamos entre los restos de una casa derruida. Tocaba luna llena pero ¿quién salía con aquel frío y sin más abrigo que mi piel mestiza y fina, según mi madre, mezcla de Husky y Terrier?. Así que, nos pusimos a aullar desde nuestras ruinas. Y esta vez, temblando de frío, los aullidos sonaron con un trémolo especial. Quizás fue eso lo que nos delató. Se rumoreaba por el barrio que los humanos andaban buscando perros callejeros para una misión especial. En la tele de algún escaparate vimos cómo los ad