EL POLVO SEMANAL
No. No es que eche de menos otros polvos ni otras frecuencias. Muy al contrario, a mi edad, ya jubilado, me cuesta mucho cumplir con lo del polvo semanal. Lo de limpiar los baños me cuesta un poco menos. Es más corto y más divertido. Echar el “Flix” por todo el espejo y restregarlo luego con papel de periódico tiene su aquél. Ahí está toda esa gente famosa y yo los estrujo sin piedad y, con ellos hechos una bola, recorro el metro y medio de espejo, extendiendo el producto y viendo cómo desaparece, gracias al alcohol. Y no es que yo haya bebido y lo vea todo borroso; es que el producto ése lleva alcohol y, cuando se evapora, se queda el cristal como los chorros del oro. Este fenómeno que ahora me da gusto verlo, de joven me llegó a horrorizar. Recuerdo aquella vez en mi primera casa de bohemios. Nos dio por improvisar una “queimada”. Y allí estábamos todos embobados mirando el efecto del aguardiente mezclándose con el azúcar, los trozos de cáscara de limón flotando entre esa llamara